RETROALIMENTACIÓN NEGATIVA Y RETROALIMENTACIÓN POSITIVA
Retroalimentación negativa y retroalimentación positiva
La mayoría de los mecanismos de control del organismo son llevados a cabo mediante una retroalimentación negativa. Para entenderlo mejor es preciso mencionar un ejemplo: en cuanto a los mecanismos que regulan la presión arterial, una presión arterial elevada provoca una serie de reacciones del organismo que favorecen al descenso de la presión arterial, y una presión arterial baja provoca una serie de reacciones orgánicas que incitan al aumento de la presión arterial. O también, cuando estamos enfermos por el virus de la gripe, nuestro organismo provoca una respuesta contradictoria elevando la temperatura corporal, provocando fiebre, para así matar el virus y volver al estado de normalidad.
Por tanto, si algún factor se vuelve excesivo o deficiente, un sistema de control inicia una retroalimentación negativa que consiste en una serie de cambios que devuelven ese factor a su estado de normalidad, con lo que se mantiene la homeostasis.
No obstante, también existen mecanismos de retroalimentación positiva, que se caracteriza porque a diferencia de la retroalimentación negativa no se consigue la estabilidad, sino la inestabilidad, y a menudo, la muerte. Por ejemplo, si una persona tiene una hemorragia donde ha perdido 2 litros de sangre, la cantidad de sangre del organismo queda a un nivel tan bajo que el corazón no es capaz de bombear eficazmente, por lo que cae la presión arterial y disminuye el flujo de sangre que llega hacia el músculo cardíaco a través de los vasos coronarios, con lo que se debilita el corazón disminuyendo el bombeo, otra vez produciendo una disminución del flujo y debilitándolo tanto hasta que llega un punto en que se produce la muerte.
Sin embargo, si solo es 1 litro de sangre lo que se ha perdido, los mecanismos normales de retroalimentación negativa controlan el gasto cardíaco y la presión arterial y así se superaría la retroalimentación positiva y la persona se podría recuperar.